Barcelona, atracciones infinitas y turismo excesivo
Barcelona es una de esas ciudades que parecen tener infinidad de atractivos. Como parece infinita la construcción de la basílica de la Sagrada Familia, pese a lo cual atrae miles de turistas.
Pero parte de la población de esa urbe española están incómoda con tanto visitante. Ahora las autoridades también advirtieron que las ciudades no son infinitas y podrían tomar algunas medidas para limitar el turismo .
No se trata de un tema nuevo. Ya en el Informe de Actividad Turística 2016 el Ayuntamiento de Barcelona advirtió de un disgusto creciente en algunos barrios.
Según ese reporte los vecinos que creen que se llegó al límite turista alcanzó la cifra de 48,9%. Los que consideran que Barcelona puede admitir más visitantes fueron el 47,5%.
Fue la primera vez que la cantidad de quienes estiman se alcanzó el punto máximo superó la de quienes consideran que hay opciones para recibir más visitas.
Razones para la preocupación.
La contradicción es que aunque crece el rechazo al turismo masivo cerca del 90% de los barceloneses sigue viendo la los viajeros como un beneficio para la ciudad.
Ahora el Ayuntamiento incluye la posibilidad de limitar la cantidad de cruceros que llegan. En 2018 se registraron más de 800 escalas de barcos con 3 millones de cruceristas.
Las autoridades de esa ciudad catalana también quieren reducir la construcción de grandes infraestructuras en su proyección para limitar la contaminación.
Las grandes construcciones afectadas por esta medida serían el puerto y el aeropuerto.
El aeropuerto El Prat recibe más de 50 millones de pasajeros al año.
Realmente hay razones para la preocupación. Barcelona con algo más de 1.6 millones de habitantes registra unas 30 millones de pernoctaciones por noche.
Pero el aporte económico del turismo también es impresionante. Así Barcelona como otros destinos populares se debate sobre la opción de limitar la cantidad de viajeros sin matar la gallina de los huevos de oro.
La gallina de los huevos de oro.
Una de esas formas podría estar en medidas que no impliquen necesariamente cortar el flujo de visitantes.
En esa línea la presidenta de Port de Barcelona, Mercè Conesa, solicitó permiso para instalar una planta fotovoltaica de 50 megavatios de potencia.
El plan es que los 10 buques que como promedio están atracados (no todos son cruceros) reciban suministro eléctrico y apaguen sus motores diésel.
Una investigación estimó que el puerto de Barcelona aporta entre 7% y 10% de las emisiones contaminantes de la ciudad.
Otra medida es la prohibición de circulación de vehículos contaminantes en algunas zonas de la ciudad desde enero de 2020.
Con criterios a favor y en contra, lo cierto es que el llamado turismo masivo es real. Algunas ciudades tienen que aprender a lidiar con el fenómeno… y otras quisieran tener ese problema y no terminan de lograrlo.