Navidad, del sacro fervor a la desacralización
Hay artistas que marcan por el aura divina que generan sus obras y otros que incomodan.
El pintor humanista que fue Botticelli y encarnaba el ideal renacentista del artista libre y creativo tuvo que adaptarse al nuevo clima espiritual y político de la Florencia de fines de siglo XV, abandonar inspiraciones alegóricas y mitológicas y dedicarse a pinturas sagradas.
El artista, que en sus últimos años envió a la hoguera sus ‘vanidades’ y algunos desnudos femeninos pintó una Natividad mística ; sin embrago, añadió a la escena ramos de olivos y enlazó en abrazos ángeles y humanos pidiendo ‘Paz en la tierra para hombres de buena fe’
En tiempos de la contrarreforma, Rubens con su Adoración de magos insistió más en el dramatismo y jugó con claroscuros para resaltar el relato bíblico de ‘la luz refulgente que emanó del recién nacido para iluminar a un mundo que estaba sumido en la oscuridad’.
Dos siglos más tarde los artistas contemporáneos se reapropian el tema y nos sorprenden con insólitas escenas navideñas, cada cual según su estética e inquietudes personales.
Por ejemplo, Gauguin en 1896 nos presenta este tema sagrado sin ninguna divinidad con una Natividad humana. El artista reinterpretó la escena con su obra Te tamari no Atua (Nacimiento del hjio de Dios) donde los protagonistas ahora son polinesios. A María le da rasgos mestizos de una mujer tahitiana y la muestra en pareo, justo después de dar a luz.
Munch por su parte nos da una versión melancólica en Christmas in the brothel (1905) con prostitutas y borrachos que pernoctan en un bordel, llevando así al lienzo temas como la soledad, el tedio y la angustia de la vida moderna, temas que perduraron en toda su obra.
Aquí la despersonalización de los protagonistas habla por sí sola de la época y el estado de ánimo del artista quien habitado por sus demonios representa su propia angustia existencial.
Ernst también marcó una época gracias a su originalidad y al lado provocador de sus obras que traducen la visión fantasiosa que tuvo el artista del mundo y que explotó a su antojo.
Así, en su obra Virgen castigando al niño realizada en 1926 el pintor surrealista muestra una madre pegando a su hijo con tal violencia que su aureola cae despedazada al suelo. Una imagen que chocó pero también se cree fue su manera de reflejar los horrores de la guerra.
La obra fue tildada de blasfemia y él considerado por los nazis como ‘artista degenerado’.
En todo caso, con el paso del tiempo la representación artística del ciclo navideño ha ido rompiendo códigos tradicionales y ofreciendo otros enfoques alternativos.
Mc.Carthy, el arbolito y Santa Claus
Hace un tiempo la escultura Tree de Paul MacCarthy fue vandalizada en una plaza parisina.
La gigantesca escultura inflable que fue colocada en la chic Place Vendôme durante la Feria internacional del arte contemporáneo (FIAC) de 2014 desató polémicas y revuelo en las redes sociales desde su instalación por lo que hubo que reempacar con rapidez el arbolito.
Segun el diario Le Monde el artista- que también fue agredido físicamente al momento de instalar la obra efímera- respondió que ‘se trataba de una obra abstracta’. Pero ofendió a algunos por su forma ambigüa al evocar lo mismo un arbolito de navidad que un sex toy.
El artista americano McCarthy -conocido en el arte de deformar íconos de la pop cultura- ya había instalado en una plaza de Rotterdam en 2001 su escultura monumental Santa Claus en forma de duende izando campana y plug, causando molestia y perplejidad en los paseantes.
Tales polémicas me exasperan, porque el arte no tiene buenas o malas intenciones.
Cada artista va por este mundo con su inspiración y espiritualidad. Cada cual con su época.
Feliz Navidad. Feliz 2023.
Wellnes Destiny. Fotos: Autora