El Kilimanjaro y el turismo en la encrucijada
Cuando estalló en Tanzania, que vive del turismo, la Covid-19 corrió por la prensa del mundo una reacción de una autoridad del país africano, “nos encomendamos al Dios”
La reacción fue identificada por algunos críticos como una manera de mantener a ese país, especialmente su turismo, funcionando.
No obstante, lo que ocurre en el mundo no es tan diferente a lo que ha sucedido en el país del magnífico Kilimanjaro ni se trata solo de la epidemia.
El turismo como parte de las economías mundiales no solo lucha contra el coronavirus.
También libra prácticamente una guerra con el cada vez más deteriorado medio ambiente que algunos incluso culpan de la epidemia.
Tanzania, pese a la reacción inicial, encontró de alguna manera soluciones para el virus.
Ha mantenido constante lo que parece un número mágico sin alteraciones que son 509 casos activos de la enfermedad reportando «cero contagiados» por un tiempo prolongado.
Esa nación tiene 56,318,348 habitantes, una población enorme para tal resultado que incluye solo 21 muertes.
El Kilimanjaro y Tanzania sin embargo no están a salvo.
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El mundo desea seguramente que Tanzania siga su «buen camino» bajo la epidemia.
Pero realmente como todo el planeta el hermoso país turístico no está a salvo.
Como un aviso de fuego, el imponente Kilimanjaro acaba de sufrir un colosal incendio.
El fuego fue detectado el domingo 11 de octubre del 2020 por la tarde.
El monte inolvidable por su presencia y por la novela de Ernest Hemingway «Las nieves del Kilimanjaro» es una de las principales atracciones turísticas en África.
El Monte Kilimanjaro es el pico más alto de África,
Son casi 6 000 metros por sobre el nivel del mar y unos 50 000 turistas ascienden la montaña cada año.
Pero la novela de Hemingway y en especial su mención de la nieve están quedando para la historia.
La razón es que sus glaciares han perdido casi el 70% de su masa de hielo en los últimos 15 años.
Por estos días el comentario es que escalador especializado en hielo canadiense Will Gadd ha llevado a cabo una de sus últimas grandes hazañas.
Esta ha sido su último ascenso a los glaciares del Kilimanjaro en una competencia con el tiempo que los derretirá completamente.
Pese a su crueldad la Covid-19 es inocente de ese dramático final de los glaciares.
En realidad, el culpable está en el sillón de los acusados, pero aún no ha sido realmente condenado.
El culpable es el deterioro del medio ambiente y en especial el calentamiento global.
El fenómeno causa sequías por todas partes que alejan las lluvias de la agricultura y están derritiendo el hielo polar.
Como siempre sucede en este mundo las opiniones están divididas y el culpable sigue libre.
Y no solo Tanzania es afectada.
Amplias regiones como el Caribe esperan peores momentos. Y en sus antípodas también se tiene el mismo sentimiento.
Habrá que mirar a Australia para percatarse
El grave año 2020 golpeado por la pandemia abrió para ese continente con los que serían los más grandes incendios que ha sufrido.
Los fuegos en Australia amenazaron a 272 especies de plantas, 16 mamíferos, 14 ranas, 9 aves, 7 reptiles, 4 insectos, 4 peces y una de araña.
Durante la conflagración australiana se declararon zonas de emergencia y desastre vastas áreas, entre otras Nueva Gales del Sur en lo que se refiere a los incendios.
Todo ello amenaza al turismo, a la economía y a la vida misma.
Por ello científicos llaman a respuestas mucho más allá del día en que la Covid-19 sea controlada.
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